COTIZACIONES Y PENSIONES.

La cuestión de la sostenibilidad de las pensiones es un tema recurrente cada cierto tiempo y por ese motivo, no conviene insistir de nuevo en los intereses e intencionalidades que mueven a quienes lanzan mensajes para que cale en la población -como una verdad objetiva, demostrada e incuestionable- el imposible mantenimiento del actual sistema dado su reparto y forma de sufragarse. La lucha y movilizaciones que se han llevado a cabo en los últimos meses por parte de pensionistas no han hecho sino volver a poner el asunto encima de la mesa y afortunadamente, con demandas de unas pensiones dignas para todas las personas y que se aseguren por ley mediante los Presupuestos Generales del Estado si fuera preciso.

Como tantas problemáticas existentes, éste es un tema de prioridades, es decir, si se quiere que las pensiones se mantengan y en determinados casos aumenten, es tan sencillo como desviar fondos de otros gastos mucho más prescindibles, y que se dirijan a propiciar que ciertos colectivos de personas que sobreviven hoy día con pensiones irrisorias puedan llevar una vida digna.

El modo actual es bien sencillo de comprender; quienes trabajan contribuyen mediante sus cotizaciones con una parte mínima a que las personas que ya no están en edad de trabajar o se encuentran incapacitadas por problemáticas derivadas de su estado de salud, perciban su pensión. El análisis que se hace desde los círculos de poder y de los medios de comunicación oficiales es que cada vez hay y habrán más personas que requieran de una pensión (jubilación, viudedad, incapacidad permanente, orfandad) por tanto, si la cantidad aumenta, el fondo se irá vaciando –tal y como está sucediendo en los últimos años a un ritmo frenético- y será imposible mantener el sistema. Es curioso que se incida en esa cuestión, en la de que las personas y las pensiones que reciben son y serán excesivas y por tanto, hay que limitarlas, reducirlas o directamente eliminarlas como les gustaría a algunos. Desde nuestra perspectiva, el foco no debiera ponerse en culpabilizar los prestatarios de lo que es hoy en día un derecho, sino en las causas que motivan que la hucha de las pensiones se encuentre bajo mínimos. En lugar de analizar lo que sale, analizar lo que se recauda y lo más importante, lo que debería recaudar.

En nuestra labor sindical, vemos día tras día cómo un gran número de trabajadores y trabajadoras tienen contratos por muchas menos horas de las que en realidad trabajan, esto es, cotizan por 4horas cuando en realidad trabajan 8 horas, o trabajan más de 10 horas al día mientras que su contrato especifica que su jornada es la habitual de 8 horas. No hablemos ya de las horas extraordinarias, que muchas veces ni se cobran, o contraviniendo el propio concepto, se convierten en totalmente ordinarias y normalizadas. Esta es una forma muy extendida de fraude, pues las empresas se ahorran una cantidad enorme en cotizaciones, y ese es un dinero que va directamente a sus bolsillos cuando debería ir al fondo común de la Seguridad Social. Además de ser fraudulento como hemos dicho, se trata de una práctica insolidaria, que tiene repercusiones muy importantes para las personas que trabajan en esas condiciones y que a veces son toleradas o consentidas por desconocimiento y desinformación. Es en el momento de cobrar la prestación por desempleo, una baja por enfermedad o maternidad o precisamente cuando se reciba su pensión, cuando compruebe que esa cantidad se calcula en función de las horas que realmente ha cotizado la empresa, no por las que ingenuamente cree que cobra a final de mes. Es un error gravísimo considerar que no nos va a repercutir, es injusto para quienes sí cotizan las horas que realmente trabajan, es insolidario porque se extiende una práctica que no hace sino mermar cada vez más los fondos de las
pensiones y es perjudicial para la propia persona el día que tenga que reclamar salarios e indemnizaciones, ya que será más difícil de demostrar.

Es por este motivo, que hacemos un llamamiento a quienes se encuentren en esta situación irregular y lesiva para que se informen, reclamen y exijan regularizar su estado. Para las empresas es un negocio redondo, pues como hemos dicho, por cada hora no cotizada se ahorran mucho dinero. Para algunas trabajadoras y trabajadores a corto plazo y en apariencia, es una opción ilegal pero beneficiosa, pues se consigue crear la falsa ilusión de que se cobra más que si la situación fuese la regularizada. Nada más lejos de la realidad.

No permitas que te engañen. Recuerda que tarde o temprano recibirás una prestación, sea del tipo que sea, y ésta dependerá absolutamente de lo que hayas contribuido con tu trabajo.

Sindicato Único de Premià

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