ES HORA DE UNIRSE

No hace falta estar muy al tanto de las noticias que se suceden constantemente, ni ser un devorador de periódicos e informativos televisivos o un especialista en economía para ser consciente de que el goteo incesante e implacable de noticias negativas (para nosotr@s l@s trabajador@s) parece no tener fin, y como siempre, los más perjudicados estamos siendo y vamos a ser los de siempre.

Menos posibilidades de trabajar, menos salarios, más impuestos, menos prestaciones sociales, mayores dificultades de acceso a la sanidad (copago) a la educación o a una pensión de jubilación digna, son una mínima parte de las problemáticas a las que nos enfrentamos. Las decisiones políticas que se han tomado en los últimos tiempos no han hecho sino empeorar nuestras condiciones de vida, mientras que por el contrario, se han llevado a cabo medidas que sólo benefician a las clases más pudientes, a las grandes empresas y a los corruptos (políticos o no) reconocidos.

Nos hemos cansado de denunciar, exponer y explicar estas medidas en los últimos tiempos desde que a principios del 2010 iniciamos una campaña con el lema de “Estem farts de pagar la crisi” por diversos municipios del Maresme. Se han realizado conferencias, charlas, concentraciones, repartido propaganda, editado hojas informativas, una manifestación conjunta con otras organizaciones contra les retallades en Premià de Mar y la movilización el día 29M con motivo de la huelga general. En este tiempo nos han impuesto 2 reformas laborales, un aumento de la edad de jubilación, subidas de impuestos, reducciones salariales por ley, aumento del precio en los medicamentos, listas de espera en la sanidad, aumento de las matrículas para estudiar tanto en la Universidad como en Grados Superiores…

La respuesta ha sido tímida y tibia en las calles, que es el lugar donde se conquistan derechos, mientras que en los despachos de los ministerios -donde nos los arrebatan-, la actividad ha sido frenética. Parece que estemos en una situación de caída libre y lo más preocupante es que no se avista el fondo, por lo que las medidas regresivas y cercenadoras en cuanto a derechos y bienestar van a continuar a mayor velocidad si no nos oponemos de forma contundente. Esta contundencia además de la intensidad, debe estar marcada por implicar a un mayor número de personas, de todos los ámbitos, sin hacer las típicas distinciones y diferenciaciones que tanto interesan a quienes nos quieren debilitar.
Mucha gente se desmarca y nos critica el empleo del término trabajador@s cuando queremos referirnos a un concepto amplio de la sociedad, y no únicamente a las personas que tienen un trabajo remunerado en ese momento preciso.

Podéis ponerle el nombre que queráis, pero todos sabemos a quiénes nos referimos cuando utilizamos ese concepto, pues tenemos y nos enfrentamos a las mismas problemáticas, tales como las de padecer una lista de espera en el hospital, de no poder pagar la hipoteca o el alquiler y verte en la calle, de que te rebajen el sueldo o te echen por pedir una excedencia y querer cuidar a tu padre enfermo, de buscar un trabajo y de  no haya manera de encontrarlo, de que tengas 53 años y resulte más barato y beneficioso a la empresa echarte a la calle y contratar a alguien de 30, de que no puedas formarte o trabajar al no poder pagar una guardería para tu hija o  que después de hacer caso a tus padres y estudiar para vivir mejor que ellos, a duras penas vas a vivir peor y junto a ellos sin poder emanciparte.
La pasividad, el desentendernos de lo que les sucede a quienes están a nuestro alrededor, la insolidaridad y el pasotismo en cuanto a nuestros derechos hacen que nos adentremos cada vez más en una espiral de miseria y podredumbre moral, y no sólo económica, pues es más fácil obviar al que lo pasa mal, atacar lo de los demás a costa de salvaguardar lo tuyo y culpar a los demás (los políticos, los banqueros, los funcionarios…) de los que nos sucede, en lugar de asumir nuestras responsabilidades como personas dignas. El resultado de esa postura ya sabemos cuál es y hacia donde nos lleva, por tanto, para que las cosas cambien y mejoren, hay que empezar por cambiarse uno mismo.

En el Sindicato Único de Premiá no tenemos las soluciones para todos los problemas, pero tenemos las mejores armas: organización, solidaridad, implicación, apoyo mutuo, unión, energía y conciencia de lo que somos y a lo que aspiramos.

No hay comentarios: