A raíz de las próximas elecciones, desde la CNT llamamos a la abstención activa, esto es, a la suma de dos conceptos que pueden parecer antagónicos pero que se complementan, pues uno habla de no votar, de no legitimar y no otorgar vía libre a una casta de políticos privilegiados, ajenos a los intereses de la mayoría, mientras que el otro habla de actuar, de activarse, de empezar a organizarse como lo que somos, personas con voluntades y personalidades diferentes, pero con las mismas y básicas necesidades vitales y con intereses comunes en mejorar las condiciones en nuestras calles, en nuestros puestos de trabajo, en nuestros hospitales, en los transportes públicos, en los colegios, etc. Somos nosotros quienes hemos de decidir y ser partícipes con nuestro esfuerzo y actitud continuada, diaria y quizás aburrida y dura, pero no podemos pretender que las cosas no ya sólo mejoren sino que no empeoren.Si nos quedamos de brazos cruzados, sentados en casa o delegando en alguien que ni conoce nuestros verdaderos problemas porque no los padece –y quiere seguir manteniéndose al margen- ni va a solucionarlos porque se encuentra al servicio de una estructura jerárquica, eso que algunos llaman mercados o grandes corporaciones financieras, bancos y grandes empresarios cuyo único interés es sacar cada vez más tajada de nuestro trabajo, de la privatización de servicios o del endeudamiento de las familias.
El ejemplo griego de los últimos días no ha hecho más que corroborar algo que ya cada vez más gente intuye y que en época de elecciones conviene recordar. En primer lugar, que el pueblo no es soberano para elegir y decidir en determinadas cuestiones, caso del referéndum griego. Una ola de críticas desde todos los países (políticos españoles incluidos) vinieron a echar por tierra la idea tan simple y democrática de consultar a los protagonistas, los ciudadanos sobre su futuro y destino. Las cosas que de verdad importan, que nos influyen y que nos afectan, como por ejemplo que despidan a funcionarios, que rebajen las pensiones, que aumenten la edad de jubilación, que privaticen servicios esenciales no debe decidirlas el pueblo soberano, sino los mercados, los gobernantes de otros países, el FMI o los banqueros de medio mundo. Por tanto, si realmente no hay otra opción que no sea la que estos dictan, ¿para qué ir a votar? ¿Para qué nos llaman si no nos necesitan? Simplemente, para legitimarse, para dotarse de un colchón lleno de votos en los que justificar cada una de las tropelías que van a cometer en el futuro, cada una de las decisiones que van a afectarnos y perjudicarnos como trabajadores, estudiantes, jubilados, enfermos, etc. Al caso griego, que ha culminado con el primer ministro fulminado por querer ser tan demócrata y democrático le ha seguido el italiano, donde Berlusconi, uno de los hombres más poderosos del mundo va a tener que hacer las maletas y marcharse a una de su veintena de casas porque no ha cumplido con lo que le exigen.
Queda claro que los ciudadanos no pintamos nada, ni somos necesarios más que una vez, durante unos minutos cada cuatro años, por tanto, si realmente hay ganas y voluntad para cambiar y mejorar las cosas, han de buscarse caminos alternativos. Desde la CNT creemos que ya es hora de organizarse porque se acercan tiempos de empobrecimiento tanto material como en nuestros derechos, pues el transcurso del tiempo así lo ejemplifica y lo más grave es que no se van a detener ahí. La excusa de la crisis ha servido y pretende servir de coartada para recortar derechos que se habían conseguido a base de luchas, ganadas con sudor y mantenidas a lo largo de muchos años para que en apenas unas horas o minutos desaparezcan. Hay más de 5 millones de parados, han congelado las pensiones, han cerrado centros sanitarios, han rebajado sueldos, han aumentado la edad de jubilación, hay menos profesores, han abaratado aún más el despido libre ya instaurado…de nosotros depende que continúen. El día 20 de noviembre, abstención activa. Si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti.